Restaurante en Casserres

Esta historia comenzó en 1932 de la mano de Rufina Safont y Joan Mas. En unos terrenos de la familia se construyó un local que ha acabado convirtiéndose en una referencia de Casserres. Es el Café de la Plaza. Situado en la yemas del huevo del núcleo urbano, en la plaza de Sant Maria. Este histórico establecimiento es conocido como Ca la Rufina, la matriarca familiar, una mujer "adelantada a su tiempo" rememora a su nieto, Joan Reig que es quien regenta el local con su compañera, Laura Oliveras. Nos muestra una foto de la abuela Rufina, haciendo un café con una cafetera grandiosa y lejana, una mujer que "fumaba y que hacía vacaciones en el balneario de Vichy Català". Y antes de abrir el negocio, puntualmente a las 7 de la mañana, iba a misa cada día.

Café De La Plaza

Un café histórico en Casserres

El Café de la Plaza se sumó a la carnicería que ya regentaba la familia. Donde actualmente está el comedor de arriba del restaurante, se había hecho populares sesiones de baile, los domingos por la tarde con música en directo y un palco con gradas.

Hasta ahora, la historia del Café de la Plaza, la han escrito mujeres, la abuela Rufina, y la madre de Joan, la Montserrat Mas. "El bar siempre lo llevaron ellas". Sus respectivos hombres tenían sus propios negocios. Joan Mas estaba tratando de ganado y el Alfons Reig era albañil y montó granjas de cerdos.

Joan Reig inició los estudios de Empresariales en Vic, pero no los llegó a acabar. "Tenía muy claro que no llevaría el café porque era muy atado y duro". Sin embargo, no pudo finalizar la carrera "porque no estaba preparado". Cuando cumplió 25 años, "tenía dos opciones: coger la granja de cerdos del padre o el café". Y optó por esta última. En Vic conoció a su compañera, Laura Peiró de Cornellà que dice se ha adaptado bien a vivir en un pueblo. En 2002, Juan inició en la primera gran reforma del bar para "adaptarlo a las necesidades actuales". Se renovó el local pero con mucho cuidado para "manteniendo su esencia". El Café la Plaza rezuma personalidad. Se nota en mil detalles, como por ejemplo, cuando se pisa el bonito mosaico hidráulico que se ha conservado o una nevera antigua a la que "sólo tuvieron que cambiar el motor".
En 2009, Joan y Laura apostaron por ampliar y diversificar el negocio. "Sabía que la crisis pasaría. Creía que era el momento de hacerlo" asegura Juan. Así, la antigua sala de baile se transformó en un comedor desde el que los comensales pueden ver a los cocineros trabajar a través de paredes de vidrio. En la planta inferior, donde antaño se guardaba el carbón por la estufa y las cámaras frigoríficas para conservar los corderos, de la carnicería, se convirtieron en otro comedor con office, almacén y servicios.

Conócenos

Joan ha hecho cursos para aprender a cocinar, aunque también tienen un cocinero. "En casa hacemos cocina catalana creativa" explica. En el restaurante, se pueden encontrar productos típicos del Berguedà como los guisantes negros o platos como las patatas enmascaradas o paella de arroz a la brasa de encina.

El Café y Restaurante de la Plaza "ha dado vida al pueblo" durante las últimas ocho décadas.

 

Joan dice que quieren seguirlo haciendo muchos años más. "Somos herederos del trabajo realizado por nuestros abuelos y padres, es nuestro legado y nos sentimos orgullosos. Nosotros trabajamos para dar un buen trato a los clientes" y quería que sus abuelos pudieran ver cómo su nieto lleva un negocio al que dedicaron sus vidas.